El Espacio Central del curso pasado ha girado sobre el tema: “No es bueno que el analista esté solo”; un título que nos puso al trabajo oponiendo el sintagma de J. Lacan “solo ante la causa analítica”, con la importancia de hacer con otros.
“Solo ante la causa analítica” hemos visto que no es sin Escuela; la Escuela como alojamiento del deseo de unos cuantos, en torno a la causa que nos reúne, la causa analítica.
En esa dirección continuaremos el ciclo que comienza, pero avanzando con el fundamento y orientación en base a 3 ejes: clínico, epistémico y político.
Acerca de lo clínico, nos interrogaremos sobre el psicoanalista y el motor que lo impulsa a estar día a día bajo el tránsito de las palabras y lo que ellas han suscitado en cada parlêtre, nuestros analizantes.
Si el pasado ciclo la paradoja residía en como articular la singularidad del Uno para hacer existir la Escuela, bajo la premisa de su inconsistencia, este tiempo de conversación nos conducirá hacia el deseo y su casuística. Es decir, de qué manera la presencia de nuestra Escuela se impregna en nuestra práctica y viceversa; cómo nuestra práctica clínica introduce interrogantes que hacen avanzar la orientación política y epistémica, enmarcado en la Escuela Una.
Jacques-Alain Miller dice: “Lacan supo plantear, en su seminario Aún, que el partenaire del sujeto no es el Otro, sino lo que viene a sustituirlo bajo la forma de la causa del deseo”. La Escuela como experiencia de lo sintomático de cada uno puesta al trabajo en la transferencia y la transferencia de trabajo que provee de lazo, son el fundamento de esos modos singulares de poner en acto nuestra relación a la causa psicoanalítica. ¿Qué nos causa de la causa?, ¿Conviene una Escuela histerizada?, ¿Cómo se juega el deseo de saber en la Escuela si ella encarna una desuposición de saber en el Otro? Serán estos entre otros, los interrogantes que conformarán las coordenadas del eje epistémico.
El sintagma “partenaire- síntoma” será, pues, el hilo rojo desde donde recorrer la singularidad de lo que hace lazo en la Escuela a partir de la última enseñanza de Lacan, donde el síntoma tiene dos vertientes no excluyentes: por un lado, el síntoma como verdad, como formación del inconsciente que perturba y afecta al saber en lo real y el síntoma como goce, un “medio de la pulsión que traduce la exigencia insaciable de satisfacción” y se impone en su repetición.
En cuanto al eje político, lo nuevo del sintagma, residirá en producir una elaboración entre varios, en relación a la Escuela, a la Comunidad y al devenir del analista soportado bajo un imposible.
¿De qué se trata el lazo y la transferencia de trabajo, como base articulador de la Escuela? ¿De qué se trata la transmisión en la Escuela en tanto transferencia de trabajo y porvenir del psicoanálisis en nuestra Comunidad?
Para la construcción de esta elaboración, proponemos el siguiente programa de trabajo.