Hablaré sobre el largometraje Robot Dreams. Esta película está basada en la novela gráfica popular de Sara Varón y cabe destacar que es de animación. La dirige por el cineasta español Pablo Berger.
Destacamos varios personajes: Dog, el Robot, Duck y Raskal. El transcurso de la historia nos encontramos a Dog, el personaje principal, en una soledad impasible en su piso. Esta impasividad puede verse apenas empezar la película cuando, al calentar bandeja precocinada en el microondas, explota el queso golpeando el cristal y Dog no muestra expresión alguna de asombro.
El movimiento giratorio de la comida envuelto por la luz ocre del microondas, con un pitido reiterativo, puede ser un resumen claro de la vida de Dog. Sin embargo, esta reiteración sin fin se ve alterada por un anuncio televisivo a modo de los años 80: la venta de un Robot que ayuda a lidiar su soledad.
Al día siguiente aparece el repartidor con el encargo. Lo importante empieza en este instante y es donde quiero hacer un giro con lo que habitualmente se piensa sobre la película, ¿es una historia de amistad o de amor?
Dog construye el Robot; es decir, un otro. No lo pongo en mayúscula por dos detalles significativos: en la película no hay diálogos y construye una máquina al que da vida, la cual tiene que ir aprendiendo poco a poco estar en el mundo. Tras la construcción hay una primera interacción: dar el refresco que Dog está tomando al Robot, es decir, dar al otro para un primer vaciamiento.
Dog crea una maquinaria que le permite salir y tener un otro que le acompaña en la calle. Vemos la necesidad de un doble que le acompañe para dar cabida a otra forma de estar en el mundo. Lo interesante es que este Robot es capaz de imitar aquello que Dog va enseñándole, como un reflejo de él con el que tiene la posibilidad de salir y depositar en un otro un nuevo hacer. Tanto es así que la música entra en juego como envoltura fantasmática, si se me permite, que se sostiene en la realidad generada por los dos. Explico por qué, aparece una escena donde los dos protagonistas pasean por un parque y Dog empieza a patinar. Robot es capaz de captar la mecánica en segundos y los dos bailan al son de la canción, September de Eart, wind fire, de fondo. Este baile es lo afianza cómo será su relación el resto de la película. La canción será fundamental para el cierre de la película.
Como dije, no hay diálogos, pero hay un lenguaje que va entramándose en la medida en que Robot acoge la extrañeza de Dog. Sin embargo, esto da un giro demoledor: han de separarse dado que Robot queda inmóvil en la playa tras un baño. Esta separación debemos tomarla de cerca: ¿De qué separación se trata? ¿es del lado de la alienación constituyente o más bien de una separación cercana a la pérdida?
Dog se encuentra ante esa inmovilidad, como un objeto caído con el que no puede seguir poniendo en juego algo de su deseo. Este objeto perdido da lugar a una angustia que pone en movimiento cualquier acto para recuperar a Robot, incluso a cualquier precio. Dog ha de dejar a Robot en la playa y tras pasar una noche de insomnio Dog compra herramientas y libros para ir a reparar a Robot.
Al volver a la playa la encuentra vallada. Éste busca el modo de atravesar el límite: infringe la ley. Lo que lo lleva preso. Después solo le queda anotar en un recorte de papel, que pegará en la nevera con un imán, el día que abrirá de nuevo la playa y podrá recuperar a Robot.
Entonces aquí aparecen dos escenarios diferentes: Dog vuelve en un primer momento a la quietud, a su soledad, y Robot ensueña y sueña con encontrarse de nuevo con el reencuentro con Dog. ¿Qué lugar dar a estas ensoñaciones y sueños de Robot? ¿Se trataría de esa frase tan escuchada de Lacan de que el deseo es el deseo del Otro? En este caso, ¿es el deseo de «Dog» el que lo conduce a la repetición de un reencuentro, que además es siempre fallido?
El reencuentro cae del lado de Robot; Dog acaba por establecer nuevos vínculos. Robot empieza a desear por sí solo. Esta separación, de la que dejé en suspenso y que no quería perder de vista, es la que da lugar a una alienación. Proceso por el cual se produce la posibilidad de construirse como sujeto: en el campo del Otro. Este Otro es el construido entre ellos dos en esas primeras horas de relación y que es lo que marcará después el tipo de vínculo que establece cada uno de ellos con otros.
Es en este punto donde creo importante retomar la primera pregunta: ¿Es una película que trata la amistad y/o el amor, o además es otra cosa? Desde este planteamiento creo que nos encontramos ante el nacimiento de un Otro. Dog ha sido capaz, a través de una máquina, dar corporalidad y encauzar su goce. Ha habido un movimiento hacia lo vivo. Por eso, cuando ante la imagen de la parálisis, la inmovilidad, aparece esa angustia, el acto posterior lleva a Dog a construir otra cosa. ¿De qué otra cosa se trata?
Durante el tiempo en suspenso que ha quedado en el recorte de papel pegado en la nevera Dog vive diferentes experiencias hacia afuera. Podemos destacar dos significativas: el día de Halloween y el encuentro con Duck (una pata con un semblante activo y que sabe lo que tiene que hacer y cómo hacerlo: está conectada a la vida).
En la celebración de Halloween Dog se disfraza de Drácula. Pero en el transcurso de la celebración él reparte caramelos a los diferentes niños disfrazados y pretende asustarlos, pero acaecen varios sucesos: que Dog no consigue asustar a nadie con su disfraz y apariencia (aunque vaya cada vez complejizándola más) y una ensoñación diurna significativa; cree ver a Robot cogido de la mano de otra persona.
Cuando llaman a su casa y abre la puerta, con una expresión de esperanza de que sea Robot, se encuentra con un niño disfrazado de Robot. Es en ese momento, cuando su rabia y desesperación dan lugar a un acto terrorífico que hace salir horrorizados a los niños. Sólo cuando conecta con su afecto es capaz de generar algo vivo.
Tras este incidente, un día en el parque, conecta con Duck. Con ella consigue vivir de otra manera, pero siempre a costa de que se mantenga cerca o presente. Porque una vez que ella desaparece, sin dar explicaciones, vuelve de nuevo este encuentro con su soledad inasumible.
Para ir finalizando, retomo al camino que lleva Robot. Tras el paso del tiempo en la playa acaba por ser vendido, por un chatarrero, a un desguace. Él se vuelve un objeto de desecho. Ya no es causa de deseo. Sin embargo, aparece Raskal, que es conserje y manitas de un edificio, y al ver las piezas – mostradas por la jovialidad del hijo del dueño del desguace – vuelve a ser algo más allá que desecho.
Raskal, mediante piezas sueltas y de otros aparatos, consigue volver a darle vida a Robot: con un cuerpo de radiocasete, con pilas y una pierna que es un palo de aspiradora. Sin embargo, vuelve a producirse el vínculo: por parte de Robot con la misma estructura secuencial que al inicio con Dog. Raskal le enseña a Robot el oficio, la forma de vivir y de estar en el mundo. Al propio estilo de Raskal. Podríamos decir que Robot pone de manifiesto que lo que se transmite es el estilo de estar en el mundo y que uno lo hace propio a su manera: es una propuesta.
Al final de la película, y anticipo que la música es fundamental para el cierre, Dog ha sido capaz de construir un Otro, a través de un otro, es decir, estableciendo un lugar de repetición distinto; más soportable. Por tanto, nos encontramos ante un autotratamiento del vínculo con el Otro.
Es, a fin de cuentas, el consentimiento de una pérdida fértil para producir un vacío habitable.
Iván Navarro Lluesma