El «Uno del amor»

La publicación del afiche del próximo congreso de la AMP cuyo título es No hay relación sexual, viene acompañado de una cita de Lacan proveniente de la tapa del Seminario XIX: “Entre los dos, ningún acuerdo ni armonía, no hay programa, nada preestablecido: todo está librado al azar…”. 

Ni acuerdo, ni armonía, ni programa. Digamos de entrada que este no sería un slogan muy atrayente para una appli de citas. El psicoanálisis no trae la buena nueva de la facilidad ni la felicidad del encuentro. Lo que nos demuestra el psicoanálisis es más bien la sutilidad del encuentro. Lo que nos permite de constatar la clínica, es que la partida siempre es compleja y llena de pequeños detalles. Y que lo que abunda más bien es el desencuentro, el desacuerdo y la falla. Y que de vez en cuando algo inédito se produce, y dado que somos seres hablantes, eso que se produce toca la enunciación y toca el cuerpo. 

Tomemos como punto de partida el título de esta noche: Amores hoy. Subrayemos que en el título la palabra amor está en plural. Se podría jugar con ese título: hay amores y hay amores. Dejando escuchar una especie de clasificación, de categorización, podríamos decir que en la historia de un ser hablante hay amores y hay amores. Unos que fueron definitivos y otros no, por ejemplo. O unos que estaban ahí para demostrar la terca repetición de lo que falla y otros que sorprendieron porque se salieron del automatismo. O hay amores en serie y hay uno que salió de la serie, el al-menos-uno que amarró algo y que por eso dura, perdura. Los amores son siempre en plural. 

Amores, en plural se puede leer también, como una tentativa de descompletar el ideal del Amor con A mayúscula, la idea de que hay uno solo, lo cual se escucha en la expresión: “el amor de mi vida”, “buscar el amor de su vida”, o “encontrar el amor de su vida”. Amores en plural deja escuchar que, aunque sea con un mismo partenaire, siempre son amores en plural. 

Les propongo que leamos este título puesto en tensión con el axioma lacaniano que va a ocuparnos una semana de congreso el año que viene y diría que ocupa una buena parte de un análisis: “No hay relación sexual”. Les propongo que agreguemos una simple coma entre: No hay relación sexual, amores. Veamos hasta donde nos lleva esto. Preciso, que solo agregué una coma, no un conector lógico del orden del dado que, porque, entonces. Solo una coma que introduce una separación, una pausa entre esos dos postulados. No hay relación sexual, hay amores.

El azar

El encuentro entre dos seres hablantes, entre dos seres afectados por el malentendido de la lengua, no está escrito en lo natural ni en lo instintivo. No es un secreto, pero vale la pena recordarlo porque las teorías cognitivas dejan escuchar que el encuentro entre los seres hablantes estaría programado por el cerebro. El rol del azar en los encuentros entre los seres hablantes muestra que, de lo que se trata, es de la contingencia, el azar de lo que el encuentro con un otro hace resonar en el inconsciente. 

Recordemos lo que dice Lacan al final del Seminario XX: “no hay allí más que encuentro, encuentro, en la pareja, de los síntomas, de los afectos, de todo cuanto en cada quien marca la huella de su exilio de la relación sexual1. Lacan dice que el encuentro es entre uno y el otro, él precisa que el encuentro es en el otro de los síntomas y los afectos, yo agregaré, “que resuenan”, que hacen vibrar el inconsciente de cada uno. Cuando utilizo “vibran” o “resuenan”, son palabras que conciernen algo que se experimenta y que no tiene que ver con la lista de las cualidades y defectos: que sea guapo, que sea sincero, que sea deportiva, que sea dulce, que no sea violenta etc. Como vemos la utilización del verbo “ser” muestra cuanto la lista de cualidades tiene que ver con atributos de le pretendida personalidad. Lo que nos muestra la clínica es que los encuentros les suceden a los seres hablantes, a pesar de la lista de cualidades y defectos deseados, o que se dicen desear. 

En este punto quisiera subrayar la articulación que hace Lacan entre encuentro y saber. En un encuentro algo resuena, pero para que el encuentro se produzca hay que querer saber algo de eso de lo que resuena, y que en general produce una incomodidad. El encuentro es un evento del que hay que querer saber algo. Se puede no querer saber nada. Lacan precisa al final del Seminario XX: ”Es imposible que el sujeto no desee no saber demasiado en lo tocante a este encuentro eminentemente contingente con el otro2. ¡Que frase! Lacan no usa solo la doble negación, típica de la lengua francesa; en la frase aparece el imposible y dos negaciones: es imposible que el sujeto no desee no saber. Digámoslo así: frente a la contingencia del encuentro, frente a ese imposible, el sujeto puede desear o no saber. Aventurarse o no aventurarse. Es una cuestión de valentía. 

El amor sirve a suplir 

La constatación de que, entre dos, ningún acuerdo ni armonía, nos permite entender de inmediato la razón por la cual Lacan precisa que el amor viene a suplir a la ausencia de relación sexual. 

Subrayemos la palabra “suplir”. Cumplir o integrar lo que falta en algo, o remediar la carencia de ello. ¿Qué es lo que falta, que es lo que es carente? Que en el momento del encuentro de los cuerpos Uno y uno hacen dos y no Uno, Uno solo separado del Otro. Digámoslo así: hay dos Uno solo. 

Es importante no psicologizar lo que Lacan pasó años y años a precisar pasando por la lógica matemática justamente para no dejarnos llevar por el sentido. Si Lacan pasó por la lógica, por la exigencia de la lógica, no fue por una búsqueda de refinamiento intelectual, sino porque cuando se trata de decir algo del encuentro sexual entre los seres hablantes, de sus deseos y sus goces (subrayo el uso del plural, como en la palabra “amores”) se puede decir cualquier cosa. Se puede delirar, se puede difamar, se puede ideologizar. 

Lo que estamos tratando de precisar no tiene nada que ver con lo que se pone bajo el título de “problemas de pareja”. Estamos hablando de algo que caracteriza el encuentro entre los seres hablantes, los cuales por ser hablantes portan en ellos las marcas de sus propios encuentros de goce y, cuestión esencial, se dirigen al otro hablándole en propia lengua. En el encuentro se avanza con maneras singulares de decir de cada uno, y en esas maneras de decir se aloja lo que perturbará, confundirá, atará o sacará corriendo al otro.

Una vez que el encuentro de los cuerpos se produce, hay algo que se constata de lo que señalaba hace un rato, que Uno y Uno hacen dos y no Uno, que hay algo que deja solo, Lacan lo dice de una manera radical, hay algo que deja exiliado. Hay una disimetría de modos de gozar, digamos que de la misma manera que decimos esta noche amores en plural, hay goces. Es la razón por la cual no hay una formula unívoca de escribir la relación sexual. 

Hacer uno con el otro

Cuando Ruth Pinkasz me propuso intervenir en esta noche de trabajo, una cita del Seminario Aun me surgió inmediatamente: El Uno del amor “es la manera más burda de dar a la relación sexual (…) su significado3. Esta citación la he evocado en varias ocasiones dado que me las tuve que ver en mi largo trayecto analítico con los tormentos de una consistencia tenaz del “Uno del amor”. Esta frase de Lacan produjo para mí primero una revolución y tiempo más tarde una revelación. Debe ser por eso que no me canso de evocarla. J.-A. Miller menciona en un texto que lleva por nombre “Leer Lacan”4, que, si citamos ciertas frases, es porque siguen guardando su carácter enigmático. Es el caso para mí con esta frase aparentemente simple.  

El diccionario de la Real Academia de la lengua nos da una serie de sinónimos cada vez más desalentadores de término burdo: ordinario, tosco, basto. El contrario de lo burdo es lo refinado. ¿El sublime amor calificado con el adjetivo burdo por Lacan? Precisemos, lo que él califica de burdo es la idea del amor que se esconde detrás de la frase: “no somos más que uno”. Esta frase es la idealización del Unodelamor que escribiré en una sola palabra, tenía en mi caso dos vertientes: huir por terror al amor, resumiré así mi entrada al análisis, y una vez atravesada la contingencia del encuentro amoroso, gracias al amor de transferencia, el desencadenamiento de un ilimitado para hacer consistir el Unodelamor a cualquier precio. 

Estas fueron dos vertientes del estrago: el rechazo radical del amor por cobardía y horror de la castración quedándome aferrada a la idea que La mujer existía y el desencadenamiento de la pasión celosa una vez que consentí al encuentro amoroso, es decir, hacer consistir la existencia de la mujer por otra vía. Como ven estamos ya en lo que Lacan va a llamar lo burdo. Avanzo aquí entonces que La mujer no existe y No hay relación sexual son dos axiomas que van juntos. Creer en la existencia de La mujer puede ser una manera de hacer consistir la relación sexual. 

Este punto atravesado con dificultad en mi trayecto analítico ilustra bien lo que les sucede con el amor a muchos seres hablantes. Mi modalidad singular estuvo tejida por los significantes de mi historia, como es el caso por cada uno, pero huir del amor por miedo y luego aferrarse al Unodelamor empujados por el imperativo de “ser Uno con el otro” hasta perderse, nada más habitual en la clínica psicoanalítica.

Hay Uno 

En el capítulo del Seminario XX “El amor y el significante”, Lacan precisa que se puede abordar el Uno de un modo diferente al “intuitivo, fusional, amoroso5 introduciendo aquí una distinción fundamental que en el Seminario …o peor él llama “otra dimensión del Uno6. Lacan distingue el Uno del trazo unario que es el trazo de la segunda forma de la identificación de Freud7, del Uno del “Uno fusional” donde Freud ve el carácter de Eros8 y el Uno solo. Esta distinción Lacan la hace a partir de la lógica matemática. 

En este periodo, además de discutir con el discurso de su época conformado por las demás corrientes psicoanalíticas, los filósofos, la anti-psiquiatría, el movimiento de liberación femenina, entre otros, Lacan discute contra él mismo, preocupado por el lugar demasiado consistente que se le ha dado a la primera parte de su enseñanza, a partir de su axioma fundador: el inconsciente está estructurado como un lenguaje9. En el texto El atolondradicho, Lacan lo denunciará con gracia, jugando con el título de uno de los textos fundadores de su primera enseñanza, escribiendo: “Ficción y canto de la palabra10 en lugar de “Función y campo de la palabra”.

Ficción y canto

¿Qué indica Lacan con ese título burlón? Diría que el paso fundamental que Lacan da en este periodo es el de no dejar a los psicoanalistas en/cantados con la melodía del S1—S2, el canto de la relación entre los significantes, la ficción de que encadenando los significantes se pondrá la mano sobre la verdad. 

La introducción de la lógica matemática lleva a Lacan a romper con el canto del S1—S2, siempre productor de sentido. La introducción de la lógica, para salvar al psicoanálisis de la psicologización, conduce a Lacan a cortar ese canto, dándole todo su peso al S1 aislado del S2. 

Las consecuencias de la ruptura del encanto del canto de la palabra son fundamentales puesto que de lo que se trata en un análisis es de extraer al sujeto de lo que se canta él mismo, de lo que se cuenta el mismo, para mantener su goce. El goce del encadenamiento del S1 y el S2, el goce de la producción de sentido, el goce del “quiere decir que”. Diría que no hay relación sexual, implica que no hay relación entre los significantes. Recordemos que en el Seminario XX Lacan dice que “el significante es bestia”. 

Vemos entonces que la distinción entre el Uno solo y el Uno fusional de eros, es de una importancia capital. Avanzaría diciendo que el canto del Uno fusional, el canto del unodelamor es el canto de hay relación. Hay relación, entonces se canta la canción: “No somos más que uno”. 

Lo que nos enseña la experiencia analítica es que las cosas no son tan simples para los seres hablantes. Las cosas del amor son para los seres hablantes particularmente complejas, porque justamente dado que somos hablantes estamos condenados al malentendido. 

Una sucia mescolanza

Lacan al final de su enseñanza se refiere a otra idea del amor, un amor “más digno”, diríamos no burdo. Lo dice de la siguiente manera, se trata del encuentro de “dos medio-dichos que no se recubren11, de una “conexidad entre dos saberes en tanto estos dos saberes son irremediablemente distintos12. La palabra “irremediablemente” llama la atención. Es decir, no es del lado del esfuerzo para “comunicar”, como se dice en el discurso corriente. Se trata de dejarse incomodar lo suficientemente para hacer una apuesta que se renueva regularmente. Es mucho más modesto. Lacan agrega que “cuando los dos saberes se recubren, eso hace una sucia mescolanza”. Es muy fuerte “sucia mezcolanza”, es tan fuerte como burda metáfora. 

¿Se trata entonces de Amores en plural?, siempre en plural? Plural porque así cada uno guarda su manera de tratar la lengua así esto produzca roces. ¡Justamente! Roces de acomodo y roces del cuerpo. Lacan no dice “conexión” entre dos saberes, dice “conexidad”, término que él extrae de la topología, dos conjuntos disjuntos con algunas articulaciones. Algunas articulaciones, es no todo mezclado. 

Como ven, del título no escogí el “hoy”. El hoy corre entre líneas y lo extraeremos en la discusión. 

Tomé, no todo el título. 

Omaïra Meseguer


  1. Lacan, Jacques. El seminario, libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 175.
  2. Ibid., p. 175-176.
  3. Ibid., p. 60.
  4. Miller, Jacques-Alain. “Lire Lacan”, Quarto, nº 118, 2018.
  5. Lacan, Jacques. El seminario, libro 20, op. cit., p. 60.
  6. Lacan, Jacques. El seminario, libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 132.
  7. Ibid., p. 124.
  8. Id. 
  9. Cf. Entrevista con Philippe La Sagna y Rodolphe Adam, « Contrer l’universel », in La Cause du désir, n° 107, 2001, p. 89.
  10. Lacan, Jacques. “El Atolondradicho”. Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 485.
  11. Lacan, Jacques. El Seminario, libro 21, Les non dupes errent (Los incautos no yerran), clase del 15 de enero de 1974, inédito. (La traducción es de la autora.)
  12. Ibid.
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