Con este título se nos invita al trabajo. Y, para ello, el texto propuesto como orientación es la intervención de J.-A. Miller en Torino con motivo del I Congreso Científico de la Scuola Lacaniana de Psicoanalisi (en formación). Texto titulado “Teoría de Torino acerca del sujeto de la Escuela”.
Antes de adentrarme en el texto quisiera señalar algunos de los momentos que precedieron a la formación de las diferentes Escuelas que conforman la AMP tal y como las conocemos hoy:
– EEP. Fundada entre el 20/21 de septiembre de 1990 en Barcelona.
En 1992, las Escuelas existentes en ese momento, ECF, ECF Caracas, EEP y EOL, deciden converger en la AMP. Aquí, en España, funcionaban los distintos grupos que formaron parte de la EEP. Esta, la EEP, decidió transformarse en Federación Europea de las Escuelas de Psicoanálisis en 2008.
La crisis acontecida en España en 1998 en la que hubo una importante escisión puso en marcha la gestación de la ELP y de la Escuela Italiana.
– 7 de mayo de 2000. Fundación de la ELP en Madrid.
– 21 de mayo del 2000. “Teoría de Torino acerca del sujeto de la Escuela”.
– 14 de Julio 2000. Creación de la Escuela Una en el II Congreso de la AMP en Buenos Aires. No es una Institución, no tiene ni sede ni estatutos. Es una experiencia sin fronteras y translingüística que pretende mantener viva la orientación lacaniana en el Psicoanálisis. (Del texto de presentación).
Hasta qué punto la crisis acontecida en nuestro país con la posterior creación de la ELP influyó en el texto de la “Teoría de Torino” y posterior creación de la Escuela Una? Desde luego, lo que sí es evidente, es que esa crisis fue consecuencia de los efectos de grupo acontecidos en los años anteriores, aunque supongo que habría otras causas también. Hubo momentos anteriores importantes que marcaron el devenir del psicoanálisis, pero estos son los que nos sitúan temporal y políticamente en el texto.
En primer lugar, Miller plantea la tesis que quiere sostener: “La vida de una Escuela está para ser interpretada […] Es interpretable analíticamente.”
A la pregunta que nos convoca, ¿Qué significa subjetivar la Escuela? Miller responde con tres puntos:
- Significa para cada uno, uno por uno, adoptar la Escuela como significante ideal.
- Significa para cada uno, ser miembro de la Escuela en la soledad de la propia relación con la Escuela.
- Sin embargo, constituir esta comunidad Una, no es otra cosa que hacer de la escuela misma, un sujeto, un sujeto barrado.
He aquí la tesis que propone: La Escuela es un sujeto. Y como sujeto está determinado por significantes de los cuales es efecto, ya que es esto lo que define a un sujeto, ninguna otra cosa.
Así, tenemos: 1) La Escuela como significante ideal, la soledad en la relación con la Escuela, 2) la Escuela como sujeto barrado.
La Teoría de Torino es una interpretación misma de la Escuela, creo. Si subjetivar la Escuela significa adoptar la Escuela como significante ideal, tomando a la causa freudiana como Uno ¿Cómo hacer un significante ideal si no hay un ideal universal de Escuela, ya que esta está compuesta por sujetos, uno por uno? ¿Cómo hacer una interpretación que tenga efecto en cada sujeto, “uno por uno”?
El análisis que se demanda a los miembros marca la diferencia de cada sujeto, y la Escuela colectiviza a estos unos, los agrupa entorno al Ideal (de Escuela) al tiempo que sostiene la soledad subjetiva. Hay una soledad inherente a la relación con la causa que no puede ser compartida, lo mismo que hay una soledad del analista frente a su acto.
Aquí la puesta en tensión entre la soledad del psicoanalista y la posibilidad de pensar con otros, con el Otro de la Escuela, como señala el texto de presentación de este espacio. El analista está en permanente tensión respecto a la Escuela, cómo poder estar si no ante la contingencia, lo real, el no-todo, ante la imposibilidad de asimilarlo todo a lo simbólico, a un universal de Escuela.
En otro texto de Miller, titulado: El concepto de Escuela, dice: “Para Lacan, su Escuela no debía ser un lugar seguro, donde uno se sienta como con sus pares, esos pares que, tantas veces, se odian. No hay un predicado analista que se pueda, a partir de criterios estandarizados, atribuir a ese sujeto, o para decirlo de otra manera, no hay el significante del analista.” Paradoja de la Escuela de psicoanalistas en Lacan: “la Escuela debe ser el lugar donde no se sabe lo que es un analista”.
Así, estamos en una Escuela en la que nos reconocemos como analistas sin saber qué es un analista. Y este es el rasgo que diferencia a la Escuela de cualquier otra organización o grupo. Y es que, aquí, chocamos o nos las arreglamos con un real, un real que agujerea y del que Anna Aromí dice: “lo real de la Escuela es que no sabemos qué es un analista, no tenemos una definición universal del ser analista”. Y como no hay concepto, no hay una identidad del analista. Para responder a la pregunta qué es un analista, Lacan inventó el pase como el dispositivo de investigación sobre lo que es un analista.
Hasta aquí he intentado destacar de qué se trata en la Escuela de Lacan, a través de J.-A. Miller. Porque, más allá de la esencia, del funcionamiento interno de la Escuela y aquello que la hace diferente al resto, esta está compuesta por sujetos que si bien andan advertidos de mucho, no dejan de ser sujetos del inconsciente. Es decir, funcionando con los tres registros: real, simbólico e imaginario.
En Introducción a la clínica psicoanalítica,Miller nos recuerda que Lacan hace una crítica a la extraterritorialidad de las sociedades analíticas. El control externo para Lacan significaba que la Escuela debía mantener un cuidado, una atención y una apertura al mundo contemporáneo. Ante este posicionamiento de la Escuela ante el mundo que nos rodea y en el que estamos inmersos, mi pregunta va en dos direcciones, por un lado, ¿cómo relacionarse desde el uno por uno de la Escuela con el escenario social que tenemos, en el que vivimos y nos movemos? Para poder mantener viva la llama de la transmisión del psicoanálisis, ¿cómo hacer con todos los significantes que han ido apareciendo en los últimos tiempos como segregación, individualismo, neocapitalismo, capitalismo salvaje, caída de ideales, género, y todos los que queramos añadir a una lista infinita?
Por otro lado, ¿qué efectos está teniendo todo esto en la Escuela? No hay que perder de vista que como ciudadanos también estamos afectados, impregnados, de los movimientos que se producen a nivel social, de los efectos del neocapitalismo, del individualismo democrático (asociacionismo local, comunidades de goce) que parecen empujar a la ruptura del lazo social y en el caso de los miembros de la Escuela al aislamiento y la profesionalización de los analistas? Sabemos que la comodidad y la inercia matan el deseo, y sin deseo no hay Escuela y sin Escuela no hay analistas hay psicoterapeutas formando parte de la serie. Tal vez comodidad, tal vez cierta inercia.
¿Hay una fuerza centrípeta? Como nos dice Miller, la Escuela debe preservar su inconsistencia como su bien más preciado, como su agalma. Y esto es lo que la diferencia de cualquier otro tipo de escuelas, asociación, grupo, fundación, etcétera. Y sostener esta inconsistencia es lo que hace imposible la homeostasis en la Escuela. De eso se trata, de mantener la tensión para no vivir el sueño de la Escuela. Es decir, para no seguir durmiendo, también, en el seno de la Escuela.
Bibliografía consultada
- Aromí, A., “La Escuela, una de lo real”, Virtualia n. 28. Julio 2014. http://virtualia.eol.org.ar/
- Durán, Isabelle, “La soledad del analista, un nombre de su ética”, Revista El Psicoanálisis, n. 17.
- Miller, J.-A., “Teoría de Torino acerca del sujeto e la Escuela”, Revista El Psicoanálisis, n. 1.
- Miller, J.-A., “El concepto de Escuela”, Cuadernillos del pasador, 1990.
- Miller, J.-A., Introducción a la Clínica Lacaniana. Conferencias en España, Barcelona, RBA, 2006.
- Miller, J.-A., Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, Buenos Aires, Navarin Editeur-Grama, 2022.
- Vicens, A. “Los analistas en sus banquetes”. ORNICAR?