¿Hay que estar un poco loco para enseñar psicoanálisis?

Espacio Central hacia el Congreso de la AMP titulado «Todo el Mundo es Loco»

Los cuerdos tienen más que aprender de los locos
que no los locos de los cuerdos

Marco Porcio Catón1

El mundo no es más que la escuela del inquirir, 
no se trata de meterse dentro, 
sino de hacer las carreras más lúcidas

Montaigne M2

Agradezco a Gabriela Alfonso y Ricardo Rubio, la invitación a participar, para conversar con ustedes esta noche. La conversación es como un instrumento musical al que hay que afinar bien cada vez y para ello conviene prestar oídos.

A partir del texto titulado El grado cero de la locura de Gil Caroz, elegí hablar sobre la enseñanza en psicoanálisis destacando solo algunos aspectos e intentaré pensarla a partir del tema de nuestro próximo Congreso Mundial de Psicoanálisis titulado Todo el mundo es loco3.

Un primer marco introductorio. 

Siguiendo al primer Lacan, G. Caroz indica que, “lo que hace de aquél que habla un loco, se debe precisamente a que al hablar y volver así la cosa inexistente, le procura un ser”. Eso es el poder del lenguaje, pues el Otro se inscribe a nivel del ser, por ej. ser profesor. El ser es siempre equívoco. Esa equivocidad es el semblante. Ser y lenguaje van juntos. “Mi enseñanza es simplemente el lenguaje” decía el primer Lacan4.

Más tarde planteará que el Otro no existe, no obstante, esa inexistencia resguarda al sujeto de lo insoportable de lo real. Pero si bien el Otro no existe, el Uno sí. ¿Qué significa esto?, significa que lo que tenemos son solamente significantes que remiten a otros significantes haciendo que solo demos vueltas alrededor de una ausencia, la ausencia de relación sexual. Y este hablar de lo que no existe es una defensa, pero también es la locura singular que cada serhablante se ha inventado para soportar lo real. Cada serhablante inventa una chifladura sinthomatica para suplir la no relación sexual. Cuando la defensa trastabilla y deja de cumplir su función, en el mejor de los casos se acude al psicoanalista, cuya práctica no será reforzar la defensa contra lo real sino orientarse por él. Y en esa asociación libre -que en realidad tampoco es tan libre – de ese diálogo inexistente entre dos, lo que habla en la enunciación del analizante, es el Uno sin Otro. 

Intentaré entonces, poner en tensión dos significantes, locura y enseñanza. Parto de una primera pregunta como título del texto, poniendo este trabajo a debate para la conversación y el control de todos, no solo el de los analistas más veteranos, sino también los más jóvenes e incluso los simpatizantes, pues aunque parezca un tema que concierne específicamente a los psicoanalistas, como dice Miller “intento actuar de manera tal que cualquiera – el no concernido, ese que piensa que tiene muy poco que ver con eso-, se dé cuenta de que en estos debates se trata de una apuesta que atañe a todo el mundo…”5.

La enseñanza del psicoanálisis lacaniano en la universidad

En 1971, Lacan indica que el discurso psicoanalítico no tiene nada de universal y que justamente por ello, no es materia de enseñanza6. Cómo muchas frases lacanianas, ésta también debe haber sorprendido en su momento. Tratemos de entenderla. En Los Escritos Técnicos de Freud, Lacan sitúa que el analista no guía al sujeto hacia un saber sino hacia las vías de acceso a ese saber, mientras el sujeto por su parte se compromete en la asociación libre. Pero lo fundamental que Lacan nos ubica es que la posición del analista será la de una ignorantia docta, que no quiere decir ‘sabia’. Es una posición que será formadora para el sujeto. Esto también nos hace pensar que la formación del analista partirá desde esa posición. Luego nos advierte sobre la tentación de querer transformar la ignorantia docta en ignorantia docens (del latín dóceo, que significa enseñar o instruir): “Apenas cree el psicoanalista saber algo, de psicología por ejemplo, comienza ya su perdición (…)”7

Sigmund Freud, tiene un breve texto del año 1918, titulado “Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la universidad”. Es un artículo que cuando fue hallado, la Asociación Psicoanalítica Argentina lo publicó en su Revista de Psicoanálisis volumen XII en el año 1955 bajo el título “Un artículo omitido de Sigmund Freud”. Si bien sabemos que era un Freud que perseguía colocar al psicoanálisis como una ciencia de su tiempo, el texto sorprende por la vigencia de las cuestiones que plantea más de cien años después.  

Freud comienza preguntándose si conviene o no enseñar psicoanálisis en la universidad. Más allá del empuje que tiene todo el artículo – de señalar la importancia de enseñar psicoanálisis a través de cursos introductorios a los médicos y psiquiatras, aclarando que eso no los habilita para su práctica pero que ampliaría su formación y práctica médica – Freud dice algo que me pareció muy interesante, lo cito: “Dichas asociaciones {psicoanalíticas} deben su existencia precisamente a la exclusión de que el psicoanálisis ha sido objeto por la Universidad. Es evidente, pues, que seguirán cumpliendo una función útil mientras se mantenga dicha exclusión8. Es decir que a pesar de escribir sobre los beneficios que la propia universidad y la formación médica podrían obtener de un curso de introducción al psicoanálisis, Freud toma de forma interesante el beneficio de la exclusión universitaria sobre el psicoanálisis. Tratemos de pensar esto con la herramienta de los discursos de Lacan.

Sostener el discurso analítico en el enclave universitario no creo que sea cosa sencilla ni fácil. Quizás podemos decir que aquellos colegas que transmiten psicoanálisis lacaniano en la universidad están tomados indefectiblemente por dos discursos: el discurso universitario y el discurso psicoanalítico.  

AGENTE –> TRABAJO
VERDAD   //   PRODUCCIÓN

Rápidamente podemos decir que en la universidad se enseña al grupo. Partiendo de un saber cerrado en el lugar del agente, por ej. el de los ´especialistas´, ella enseña lo universal, la solución al problema, dejando al sujeto-estudiante dividido, gozando y revuelto como en el 68’. Lacan lo llama el astudado, colocándolo debajo de la barra, en el lugar de la producción como plus de goce. En el mejor de los casos, cuando el discurso analítico está presente en la universidad, podrá conducir a esos astudados revueltos y divididos, a pedir un análisis o a acercarse a la Escuela de psicoanálisis. 

Por otra parte, conviene tener en cuenta que no por tener el lugar físico de una consulta, hay garantía de que allí se produzca el discurso analítico, para ello hay que analizarse, pues tanto allí como en una Escuela de psicoanálisis y no solo en una universidad, a veces podemos encontrarnos con el discurso universitario en vez del analítico que conviene. 

Por su parte, el discurso psicoanalítico, parte del objeto a. Allí podemos colocar al analista con su acto como aquel agente que se dirige hacia el sujeto dividido, colocado por encima de la barra. El analista pone al analizante al trabajo.

El objeto a, que primero fue imaginario y luego real, es lo que vuelve al mismo lugar. En el fantasma fija al sujeto, es la fijeza del Uno del goce que solo un análisis permitirá atravesar en su final. Entonces, lo que en el discurso analítico se produce no es la división, sino justamente lo más singular del serhablante, el S1. En este punto dejaré otra pregunta planteada: ¿es el Uno, “ese significante en tanto que real9 lo que produce un efecto de enseñanza?

Sobre la enseñanza en la Escuela y en el Instituto

Siguiendo a J. A Miller, el testimonio del analista que hizo el pase y fue nominado AE “es el núcleo de la enseñanza del psicoanálisis10. Sabemos que no solo el AE puede producir el efecto de una enseñanza, pero es él quien responde- nos dice Miller- a la pregunta de saber qué es lo que puede transmitirse al público de una experiencia esencialmente privada como es la experiencia psicoanalítica. Miller nos habla de la gradación que hay entre un testimonio de pase “todavía sobrecargado con la particularidad del sujeto”, confinado a un círculo restringido e interno al grupo analítico y la enseñanza del matema, que debe ser demostrativa. “Ahí es donde el psicoanálisis se encuentra con la Universidad” nos indica Miller11. ¿Cómo entender este encuentro? O para plantearlo de otro modo, ¿por qué enseñar a otros lo que el análisis me ha enseñado?

Por último, Miller señala que esa enseñanza del matema (palabra que proviene del griego mathema y refiere a lo que se enseña) es un ideal de enseñanza, es decir, que en tanto ideal nunca se alcanza, pero es necesario que exista.

Recordaré rápidamente que para la Escuela de psicoanálisis de Lacan no existe la figura del psicoanalista enseñante que sí existe en la IPA. ¡Allí hay AE! Pero la sigla corresponde al analista enseñante. Son los enseñantes que luego pasarán a formar parte de la lista de didactas, mientras que en la Escuela de Lacan tenemos otra lista de AE, son los Analistas de la Escuela que han dado prueba suficiente de haber concluido su análisis y de los que se espera una enseñanza. Del mismo modo se espera una enseñanza de los Informes de los carteles del pase y del cartel saliente, mientras que el cartel en vigencia- conviene que permanezca en silencio, que la Escuela le permita trabajar en discreción y tranquilidad, como escuché decir a nuestra colega Hebe Tizio. Esta cuestión está reflejada en el nuevo reglamento del pase de la ELP aprobado recientemente12.

Para los psicoanalistas lacanianos, solo existe el título de docente dentro del Instituto del Campo Freudiano. Un título que requiere ciertos cumplimientos y que es otorgado por una Comisión de Docencia. La enseñanza dentro del Instituto del Campo Freudiano es en palabras de J.A. Miller universitaria, sistemática y gradual. Quienes acuden allí, no son considerados “estudiantes” sino “participantes”. El Instituto del Campo Freudiano, tampoco otorga ningún título de psicoanalista, o terapeuta. 

Un año después de escribir el “Prólogo en Guitrancourt”, Jacques-Alain Miller inicia su noveno curso anual de la orientación lacaniana, bajo el título El banquete de los analistas. En el capítulo: “La enseñanza del psicoanálisis”, se pregunta si puede existir un profesor de psicoanálisis. Responde que en Francia hay un Departamento de Psicoanálisis en la Universidad, pero no hay profesores ni tampoco exámenes. Es un departamento de psicoanálisis dentro de una universidad sin profesores.

Si no hay profesores de psicoanálisis, ni título de psicoanalista, ni estudiantes, si no se trata de un saber que hay que dominar, de un saber para luego ponerlo en práctica cual universal para todos, si no se trata de un aprendizaje, ni de una pedagogía, ¿cómo se produce entonces la enseñanza en psicoanálisis? 

Enseñanza y transferencia

Plantear la cuestión de la enseñanza no va sin otro significante, el de la transferencia, más específicamente, la transferencia de trabajo. Cuando Lacan fundó su escuela, evocó esta conocida frase: “La enseñanza del psicoanálisis no puede transmitirse de un sujeto a otro sujeto sino por los caminos de una transferencia de trabajo”. En ese momento era importante para él poner a los analistas de su nueva escuela al trabajo. 

Aquí hay al menos dos cuestiones a señalar, una son los caminos de esa enseñanza, la otra es qué se enseña. En cuanto a los caminos, diré que en el 57’ en su artículo El psicoanálisis y su enseñanza, Lacan no habla de la enseñanza del psicoanálisis, sino que plantea lo que el psicoanálisis enseña, es decir lo que él enseña en tanto atravesamiento de una experiencia en el uno por uno13

Sabemos lo difícil que a veces resulta intentar transmitir a alguien que desconoce el psicoanálisis, no solo lo que puede acontecer de sorprendente en una sesión con el analista sino también lo que hacemos como psicoanalistas a nivel de una Escuela, en la que ¡pagamos para trabajar!, sea en una sesión, en una jornada o en un congreso, algo que al paradigma neoliberal capitalista puede resultarle incomprensible y para quienes seríamos fácilmente considerados unos chiflados, lo que no es igual a un Escuela de dispersos descabalados analizados.

Los caminos de esa enseñanza han pasado por distintos momentos y planteamientos en Lacan. En los primeros años considera que, si el psicoanálisis procede con el uno por uno, lo que el psicoanálisis enseña también. Pero en el 73’ en su texto Televisión, da un paso más, y sin anular lo anterior, habla de la enseñanza del matema, preguntándose si es enseñable a todo el mundo14.

El pasaje de la enseñanza de la experiencia analítica a otros no será sin la transferencia. De allí que se trata de un pasaje del trabajo de transferencia que se da dentro de la experiencia psicoanalítica singular a la transferencia de trabajo que está vinculada a una Escuela de psicoanálisis.

¿Qué se enseña?, un estilo15. Considero que esta cuestión no pasa por ninguna imitación, sino por la relación que cada sujeto tenga al saber, al no saber y al propio cuerpo. Estilo que no es sin resto. Es indudable que hay estilos que nos llegan más que otros. Se trata del trabajo que se transfiere en ese estilo desde la posición de analizante. Se trata de analistas trabajadores decididos, con un deseo de transmitir, que trabajen contra la ignorancia y lo hagan desde su experiencia como analizantes.

El efecto de una enseñanza

En su texto Alocución sobre la enseñanza (1970), Lacan nos advierte que una enseñanza, no es garantía de una transmisión, “Que algo sea para ustedes, porque así se lo expresa: una enseñanza no significa que ella les haya enseñado nada, que de ella resulte un saber16. Y un poco más adelante nos indica que donde está el Sujeto barrado es donde se puede encontrar al enseñante, “lo que no implica que lo haya siempre en el sujeto barrado17. Es decir que la cuestión es fácilmente resbaladiza, no está asegurada.

Considero que Lacan nunca impulsó la figura del analista enseñante, y que justamente por la ausencia de esa figura es que cada uno de nosotros, lleva la marca de transmisiones encarnadas que nos dejaron huella, la huella viva de una enseñanza. Que partamos de una ausencia, de un imposible de enseñar, no significa que no se pueda producir el efecto de una enseñanza cuando nos encontramos con una transmisión impulsada por un deseo de saber ella misma.  De allí que la enseñanza es siempre un efecto cuando ella logra producirse. Pues es uno, el que a partir de la transmisión que recibe y le hace eco en el cuerpo, instituirá por un instante a aquél que habla en la Escuela como enseñante y no al revés. 

Locura y enseñanza

En la clínica del ultimísimo Lacan, encontramos el pase sinthome, el goce del Uno, el inconsciente transferencial y real, la orientación por lo real, una nueva satisfacción etc., cuestiones todas que orientan la clínica y la actualidad del pase. Lacan nos dejó una enseñanza que coloca la singularidad de cada uno en primer plano y como decíamos antes, la locura de cada uno hecha del sentido siempre delirante. 

Un testimonio de AE nos muestra cómo ese paralêtre ha podido acercarse a su trozo de real. Un real imposible de imaginar y también un real que no habla. Sin embargo, que no hable no significa que no sea demostrable y transmisible. Los testimonios enseñan cómo una práctica no queda aplastada por el sentido. Y ello a pesar de saber que se trata de una elucubración, o de una verdad mentirosa siempre a medio decir. ¿Acaso no es esa la grandeza del psicoanálisis, la de asilar sesión a sesión la locura singular, lo que nos orienta en la clínica y en la transmisión del psicoanálisis? 

Una cosa es segura, y es que como decía Lacan, hay que estar loco para pretender enseñar el psicoanálisis al modo universitario como un saber universal que se cree dominar18. No hay una enseñanza del psicoanálisis que sea ‘sensata’. Ello no es igual a decir cualquier cosa. Tampoco es pretender saber lo que se dice (lo que sería el discurso universitario), sino que se trata de un “Desearía poder verificar si sé lo que digo”19, esto solo sería posible a partir de los otros. 

Lo que enseña el psicoanálisis es lo que mi propio análisis me ha enseñado y algo de eso tan singular pasa a lo general. Eso no lo enseña ningún profesor, como tampoco ningún curso de psicoanálisis. Lo que enseña, es la puesta en acto del propio inconsciente sobre lo imposible de saber. Es una enseñanza en el límite del propio saber. Enseña lo que se nos escapa del saber, algo de lo que no se sabe. Ése es el buen marco del saber. De allí que la enseñanza como indica J. Lacan, se construya en su propio movimiento. 

Sin duda J. Lacan enseñó, enseñó a leer a Freud y enseñó porque siempre fue invitado a enseñar, porque se lo demandaron, es decir, “porque inspiró el deseo de que se lo demanden”20. Supo sostener un discurso que hizo deseable el psicoanálisis para muchos hasta el día de hoy.

Bienvenida la locura de cada uno puesta al trabajo analítico, esa que hemos construido para tapar la ausencia de relación sexual, pues solo a partir de lo que allí decante en un análisis, no solo podrá surgir el deseo de enseñar a otros lo que el psicoanálisis me ha enseñado sino también dejarnos enseñar por él cada vez.


  1.  Marco Porcio Catón, o Catón el Viejo, político, escritor y militar romano, nacido en el año 234 a.C.
  2.  Montaigne M., “Ensayos”, Libro Tercero, editorial Penguin clásicos, Barcelona, p.407. Gracias al apoyo de mi colega Françesc Roca que amablemente buscó la cita en el original gaélico, ella dice así: “Le monde n’est qu’une école d’inquisition. Ce n’est pas à qui mettra dedans, mai à qui fera les plus belles courses”
  3.  Caroz G., “El grado cero de la locura”, Congreso AMP 2024, https://congresamp2024.world/es/el-grado-cero-de-la-locura/?print=pdf
  4.  Lacan J., “Mi enseñanza”., editorial Paidós, bs As, año 2007, p. 40.
  5.  Miller J.A., “El banquete de los analistas”, editorial Paidós, bs As, año 2000, p.158
  6.  Lacan J., “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Editorial siglo XXI, Madrid, 1971, p.169.
  7.  Lacan J., Seminario Libro 1, “Los escritos técnicos de Freud”, editorial Paidós, Bs As, 2001, p.404-405
  8.  Freud S., “Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la universidad” (1918), Tomo III, editorial Biblioteca Nueva, Madrid, año 1981, p.2454.
  9.  Miller J.A. Clase del 16 de mayo de 2011, Curso “El ser y el Uno”, revista Freudiana 76.
  10.  Miller J.A., “Prólogo de Guitrancourt”, año 1988. https://www.icdeba.org.ar/template.php?file=el-instituto/prologo-de-guitrancourt.html
  11.  Miller J.A. Ibídem
  12.  Reglamento del Pase de la ELP Artículo 7- Las enseñanzas del pase
    a) Tras su primer testimonio, cada AE realiza una enseñanza acerca de los puntos cruciales del psicoanálisis y de la experiencia de Escuela. A partir de sus propuestas, el Consejo, en acuerdo con el Secretario del pase, establece las condiciones para su realización.
    b) El Cártel del pase realiza una enseñanza para el conjunto de la Escuela tras su permutación.
  13.  Miller J. A., El banquete de los analistas, Paidós, Ba As, año 2000, p.163.
  14.  Lacan J., Televisión, Otros Escritos, editorial Paidós, Bs As, año 2012, p.563.
  15.  Miller J. A., El banquete de los analistas, Paidós, Ba As, año 2000, p.173
  16.  Lacan J. Alocución sobre la enseñanza, Otros Escritos, Paidós, Bs As. Año 2012, p.317
  17.  Ibídem, p. 320
  18.  Caroz G., “El grado cero de la locura”, Congreso AMP 2024 https://congresamp2024.world/es/el-grado-cero-de-la-locura/?print=pdf
  19.  Lacan J., Seminario libro 23 El sinthome, editorial Paidós, Bs As, año 2007, p.127. 
  20.  Brodsky G., “Los psicoanalistas y el deseo de enseñar”, editorial Grama, Bs As, año 203, p.11. 
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